Lic. Valeria Ríos
Vale_rios79@hotmail.com
Miembro del equipo técnico del Centro de Atención Psicosocial Casandra
Integrante del Movimiento Social de Desmanicomialización y Transformación Institucional Reg. Centro
Prof. Adscripta Cátedra Estrategias de Intervención Comunitaria-Fac. Psicología-U.N.C.
Lic. Mariana Pigni
marypigni@datafull.com
Miembro del equipo técnico del Centro de Atención Psicosocial Casandra
Integrante del Movimiento Social de Desmanicomialización y Transformación Institucional Reg. Centro
Quisiéramos compartir la síntesis de una experiencia de trabajo entre varios…. La que construimos día a día en el Centro de Atención Psicosocial Casandra.
El Centro de Atención Psicosocial Casandra apunta a generar estrategias que operen como alternativas posibles frente a la internación psiquiátrica, ofreciendo un espacio psicoterapéutico que propicie la integración social y familiar. Se trabaja con jóvenes y adultos, con graves problemáticas en torno a la salud mental. Los dispositivos que allí se desarrollan son: Centro de Día, Acompañamiento Terapéutico, Acompañamiento en la inserción Socio-laboral, Consultorio y abordaje sociofamiliar y Talleres de artes y oficios. La propuesta de Casandra plantea un abordaje de carácter integral, a través del cual se interviene en áreas tales como la promoción social y la defensa de los derechos de los asistentes y familiares, así como también en situaciones de exclusión y problemáticas laborales que sufren estas familias.
El trabajo entre varios
Planteamos como modo de abordaje el “trabajo entre varios” (Jean Oury, 2002) el que se sostiene en la articulación del trabajo diario con la supervisión y la formación teórica permanente. En el trabajo cotidiano se promueve rescatar la singularidad de cada uno de los sujetos con los que trabajamos, inmersos en una colectividad terapéutica que favorezca el encuentro con el otro, promoviendo encuentros puntuales y azarosos entre los participantes.
Por ese motivo, no propiciamos las clasificaciones, divisiones ni aislamientos prefijados desde la institución, sino la dinámica de “libertad de circulación que permita el espacio del decir” (Jean Oury, 2002) No discriminamos patologías, ni limitamos el libre accionar de las personas que asisten a Casandra.
El trabajo entre varios nos implica a todos más allá de nuestros roles profesionales, nuestros oficios y nuestras planificaciones. Se trata de propiciar y sostener ese proceso de subjetivación que supone siempre, y al mismo tiempo, un permanente intercambio y apoyo con el medio familiar y con el entorno social. Es decir que los roles son flexibles y no existe una división tajante entre los que asisten al Centro de día y las personas del equipo técnico y pasantes.
En este punto, se toman como eje las posibilidades, la gama de encuentros posibilitadores de subjetivación de un quehacer productivo de cada sujeto, y no las “discapacidades” que supuestamente portan. Hacemos hincapié en las posibilidades y herramientas que puedan ir creándose en el medio social y familiar y no en la “enfermedad” del mismo.
Una casa de puertas abiertas….
El Centro de Día del Centro de Atención Psicosocial Casandra tiene el funcionamiento de una casa, allí se desarrollan actividades cotidianas en las que participan quienes asisten a Casandra (desayunar, leer el diario, revistas, jugar, decorar, hacer compras, paseos, festejar cumpleaños u otros acontecimientos, asistir a eventos deportivos, sociales, culturales, etc). Nos parece importante remarcar este aspecto, ya que al ser una casa y funcionar como tal posibilita una mayor apropiación por parte de los asistentes al centro de día, así como también la libre circulación por los diferentes espacios.
La función es la de escuchar y acompañar, función que no solo cumplen los profesionales y orientadores, sino que también es llevada a cabo por los mismos compañeros. Muchas veces el desarrollar la función de acompañante conlleva el ser acompañado, ya que implica un modo de estar y dejarse llevar por lo que el sujeto trae. Consideramos que esto se relaciona con nuestra concepción del saber, en donde este no está puesto del lado de los profesionales, sino que es algo que circula, que se construye, en donde cada uno tiene algo para aportar.
Consideramos que esto se relaciona con la concepción del saber que manejamos en esta institución, en donde el saber no está puesto del lado de los profesionales, sino que es algo que circula, que se construye, en donde cada uno tiene algo para aportar.
En relación a esto nos parece importante marcar que las personas que asisten al Centro de Día no son llamadas pacientes y que el trabajo que con ellos se realiza no deriva del diagnostico que “cada uno porta”, sino que se trabaja con cada uno de acuerdo a sus particularidades, sus intereses, sus deseos, necesidades, problemáticas, su historia. La puesta en acción es en la vida cotidiana, allí donde se pueden producir transferencias múltiples. Tratamos de brindar la posibilidad de “un medio social con un conjunto de gente de todas las naturalezas” – (J. Oury, 2002), sin status prefijados, ni selección alguna, que permita que las afinidades surjan entre las personas, sin importar las diferentes edades, status social, “patologías” o conflictivas familiares.
Por otro lado, en el Centro de Día se realizan distintos talleres tales como: Taller de Cocina Cerámica, Taller de Juegos, y Recreación Taller de Narración oral, lectura y escritura, Bijouterie y Música. Consideramos al taller como herramienta alternativa de expresión, de promoción en salud para lograr reconstruir lazos sociales, elaborar conflictos, y desarrollar capacidades personales. Es importante crear dispositivos y espacios de enunciación donde se de valor al poder de la palabra para rescatar la subjetividad de las personas.
La concurrencia a los talleres se instala a partir de la libertad de elegir de los sujetos, es decir, a la posibilidad de expresarse y de transformar la realidad; así, la participación se convierte en una herramienta socio-terapéutica. Pensar la participación implica entenderla como una acción con otros, como un proceso transicional, el cual necesita aprendizaje, remite a la potenciación y desarrollo de las personas. La participación es un proceso –situado o en situación- que necesita organización, posee fines, intereses y necesidades que conducen a la acción, fomenta la construcción de identidades, y el sentimiento de pertenencia. Este sentimiento ancla a los sujetos en un lugar, en un espacio. (Rodigou, M., 2000)
En estos talleres participan por igual profesionales, orientadores, y jóvenes y adultos asistentes al Centro de día. Si bien existen coordinadores de los talleres, el nivel de participación e involucramiento es igual para todos.
En dichos espacios, además de propiciar el desarrollo de las potencialidades de cada uno según sus intereses y habilidades y de promover espacios de recreación y diversión, se promueve el desarrollo de actividades terapéutico-ocupacionales teniendo en cuenta aspectos tales como: logros en las actividades de la vida cotidiana, el fortalecimiento de los lazos sociales que se van generando, los logros en cuanto al manejo del tiempo, al respeto de consignas y la posibilidad de concentración en una tarea.
En el centro de día, además de los talleres y actividades cotidianas, hacemos eje en la integración del grupo familiar, buscando que la familia participe en nuestras actividades en la medida de sus posibilidades, intereses y propuestas. Esta estrategia hace referencia, por un lado, al trabajo con las familias de los sujetos, tanto dentro como fuera del espacio de trabajo individual y/o familiar (gabinete) y, por otro, al fortalecimiento y potenciación de las redes con las que ellos cuentan o contaban, trabajando, de esta manera, con personas de las instituciones a las que ellos han asistido o a las que asisten actualmente, con sus amigos, personas cercanas, y miembros de su comunidad. Consideramos a estas redes como un recurso sumamente importante para los sujetos ya que en situaciones de vulnerabilidad, la activación de las redes con las que las personas cuentan les brindan la posibilidad de llevar a cabo diferentes estrategias de afrontamiento, no solo para resolver problemas cotidianos sino fundamentalmente para contar con un reaseguro en momentos de crisis y emergencia.
Así, se intenta llevar a cabo un trabajo conjunto con las familias, donde estas se involucren en el trabajo con sus hijos y se pueda pensar acerca de la dinámica familiar, del lugar que ocupa en la misma el sujeto catalogado como enfermo.
Consideramos que en el espacio del Centro de Día se desarrollan distintas actividades que cada cual va configurando como estrategia propia para relacionarse con el entorno, tendiendo a lograr la mayor independencia personal y un intercambio participativo cada vez más fluido con el medio, de acuerdo a los intereses y habilidades de cada uno. Sostenemos que todos estos aspectos están en estrecha relación con lo que llamamos prácticas subjetivantes, ya que la persona es considerada como un sujeto de derecho, con posibilidad de tomar decisiones y responsabilidad en sus actos.
El contexto legal
Un punto que no podemos dejar de mencionar se relaciona con el marco legal que regula a estas instituciones. Las instituciones que trabajan con las personas llamadas discapacitadas se rigen bajo la ley 24901. Está ley Nacional dispone un marco básico para cada tipo de prestación, incluida el centro de día, estableciendo ciertos requisitos a los que deben adecuarse, requisitos que incluyen condiciones tanto edilicias como en el modo de trabajo. Así, “categorizan” a las instituciones de a cuerdo a sus normas, no teniendo en cuenta las particularidades de cada una. A su vez, las instituciones deben ajustarse a estos requerimientos para ser reconocidos como prestadores de las obras sociales y poder percibir un ingreso económico por el trabajo que realizan, generándose así, un circulo vicioso, en donde el trabajo queda relegado a un segundo o tercer plano y las presiones burocrática ocupan el lugar central.
Por su parte, las personas deben poseer un certificado de Discapacidad que es condición sine qua non para acceder a las prestaciones básicas que la ley fija y que permiten satisfacer sus necesidades.
Este certificado permite al Estado signar el porcentaje de discapacidad que la persona porta, lo que ellos consideran que este sujeto –que ya con esto no es más sujeto, sino objeto de esta maquinaria creada que decide de allí en más por él- debe hacer, para lo que está apto.
De esta manera, es el Estado quien piensa, sabe, elige, dictamina y se da el lujo de discriminar espacios bajo la suposición de que es otro el que sabe y elige en lugar del sujeto caratulado con discapacidad.
Así, la condición de enfermo o discapacitado, en oposición a sano/normal, es definida desde un lugar de poder que goza de la posibilidad de determinarlo. Podemos observar cómo cada sociedad establece sus condiciones de inclusión y determina formas de respuesta para quienes intentan salirse de lo normado.
Consideramos que con esto se profundiza el lugar de objeto que tienen estas personas, se establece la forma de trabajo que se llevará a cabo con los sujetos, que será para todos iguales, fijando, por ejemplo, con que personas pueden y deben hacer lazo de acuerdo a su patología (las personas deben estar separados en distintos sectores del establecimiento de acuerdo a su patología y a su edad, y deben seguir un cronograma rígido establecido de antemano). Así, no se respetan los procesos que cada uno va atravesando, ni los lazos que cada uno establece, ni los distintos modos de trabajo. Creemos que con esto se busca homogeneizar a las personas no respetando la diversidad y las diferencias, condenando a la segregación y reproduciendo lógicas manicomiales de exclusión social.
Futuros Desafíos
Estamos convencidas de que el rescatar la singularidad de cada sujeto, respetando y acompañando el trayecto que cada uno vaya construyendo, sosteniendo su lugar como sujetos y no como objetos, ni como incapaces, imposibilitados o enfermos, tiene sus efectos en la subjetividad.
Y hablar de estrategias de subjetivación también nos implica a nosotros. Los que trabajamos en el campo de la locura también nos subjetivamos como profesionales, a diferencia de nuestras prácticas desde otros modelos más hegemónicos. Significa salir de “nuestra propia cronificación,” y creemos que este es un gran desafío que debemos atravesar.
En relación a esto, sostenemos que el comenzar a organizarse en un Movimiento de Desmanicomialización a nivel nacional permite abrir estas discusiones a una comunidad más amplia, creando redes que permitan lograr transformaciones en el contexto político social y jurídico en el que nos encontramos. Implica pensar al sujeto del lado de la actividad, poder pensar, a la luz del trabajo entre varios, cómo la organización profesional del trabajo “con” la locura, en la medida que reproduce formas socialmente estatuidas, roles y jerarquías, refuerza esa misma alienación que el loco denuncia.
Pensar el trabajo desde lo instituido refuerza la naturalización y estigmatización del loco, se asume la locura como destino buscando asistirla desde paliativos que la acallen.
Sostenemos que no se puede seguir pensando este trabajo desde un lugar de tecnócratas, ya que se trata de decisiones políticas, lo que implica que pueden ser cambiadas. Es decir implica que todos nos asumamos como sujetos activos, como sujetos políticos, protagonistas de este cambio. Y esto nos implica a todos, profesionales, personal que trabajan en las diversas instituciones, pacientes, participantes, familias, amigos, vecino, comunidad…Otro gran desafío a superar.
Referencias
Rosa López “Discapacidad: una postura política”
Rosa López “¿Qué será de nuestros locos desmanicomializados?”
Oury J. (2002) Libertad de circulación y espacios del decir Entrevista con Catherine Marty Revista Topia, Bs. As.
Rodigou M, (2000) Reflexiones acerca de discursos y prácticas de participación en la Psicología Comunitaria y en la Psicología Política. Ficha de Cátedra Estrategias de Intervención Comunitaria. Facultada de Psicología. UNC.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario