NOMBRE DEL AUTOR: ROSA B. LOPEZ (Lic. En Psicología. Mat. Prof.: 285)
INSTITUCIÓN: CASANDRA (Asociación civil sin Fines de Lucro. Personería
Jurídica Nº 031 “A”/04)
DIRECCIÓN: Pablo Mirizzi 818 Bº Pque. Vélez Sarsfield (5016). Ciudad de
Córdoba. Provincia de Córdoba.
TELÉFONO: 0351-4684988
E-MAIL: lacasadecasandra@yahoo.com.ar
ÁREA TEÓRICO/PRÁCTICA: (desde la que se propone dicho trabajo)
PSICOANÁLISIS.
NUEVOS DISPOSITIVOS CLÍNICOS.
EJE: LAS PRÁCTICAS, LAS SUBJETIVACIONES Y LAS ALIENACIONES.
MODALIDAD DE PRESENTACIÓN: TRABAJO LIBRE.
DISCAPACIDAD: UNA POSTURA POLÍTICA
Tenemos una corta experiencia de vida como asociación civil que se dedica a trabajar con personas con serias dificultades en el campo de la salud mental. Proponemos un trabajo desde la salud, que contemple a estas personas dentro del marco familiar y comunitario. Así, a través de un Centro de Atención Psicosocial, apuntamos a generar estrategias que operen como alternativas frente a la internación psiquiátrica, ofreciendo un espacio que propicie la integración social y familiar. Si bien nuestra propuesta se plantea predominantemente en el área de la salud mental, el carácter integral del abordaje que sostenemos nos lleva a intervenir en otras áreas tales como la promoción social y la defensa de los derechos de pacientes y familiares.
Hace casi tres años que comenzamos, pero tenemos muchos más en la preocupación y trabajo en torno a esta problemática.
Una de las primeras cosas con la que nos encontramos es que no basta que se tenga en claro qué es lo que uno quiere hacer en este terreno.
En efecto durante un año y medio estuvimos ajustando el proyecto institucional, capacitándonos y suponíamos que era lo principal, lo que avalaba un trabajo serio y comprometido.
No fue así, nos encontramos que en el terreno de los Ministerios, de las leyes, que supuestamente están muy preocupados por el problema, no hay más que confusión y una serie de trabas burocráticas inflexibles con respecto a esto. Al menos en la provincia de Córdoba, el Ministerio de Salud no interviene en estos casos.
En un comienzo, cuando quisimos obtener la habilitación, el Ministerio de Salud no sabía cómo hacer encajar nuestro trabajo en la grilla de instituciones habilitadas, grilla elaborada a partir de un modelo medico-hegemónico de la más rancia y antigua estirpe. Luego de luchar durante meses, logramos esta habilitación .
Pero allí vino el punto más delicado y sorprendente. Para recibir a nuestros beneficiarios debíamos obtener una Categorización en una dependencia del Ministerio de la Solidaridad, en el que Salud no tiene la menor ingerencia y que se titula “Dirección de Discapacidad”.
Así nos surgen interrogantes en torno a: ¿cómo lograr cambios, transformaciones en el ámbito de la salud mental, cómo hacer para “desmanicomializar” si lo que le ofrecemos al sujeto es clasificarlo y categorizar a la casa que lo va a recibir, dentro del marco de la “discapacidad”?. ¿cómo producir cambios dentro de este contexto?.
En este sentido consideramos pertinente tener en cuenta las nuevas formas de marginación, que el capital monopolizado tiene reservado. En Argentina, la historia de esta marginación y segregación, la historia del hospital psiquiátrico estuvo relacionada en un comienzo a la llegada de un flujo importantísimo de inmigrantes.
“La palabra brote –con la que se nombra lo inmigratorio de esa época- permite dar una idea del clima de verdadera locura y extrañeza que se vivía en las zonas marginales de Buenos Aires y del resto del país e imaginar a esos suburbios donde se amontonó a toda esa población con distintos idiomas y costumbres, extranjera y nativa, como un gran manicomio. En el campo la situación no era mucho mejor: la gente se hacinaba en ranchos en donde convivían a veces varias familias”1.
Consideremos que es con las reformas proyectadas por el virrey Vertiz cuando aparece una primera intervención del poder estatal sobre marginales y locos, continuada por Rivadavia y que ya por entonces se empezó a planificar encerrarlos en lugares creados para eso, sacándolos de cárceles y hospitales generales que era donde estaban hasta entonces.
Hugo Vezzetti dice en La locura en la Argentina: “Cuando se atiende más al funcionamiento de ese dispositivo de la locura, a su inserción estratégica y sus procesamientos, resalta más propiamente el modelo médico. Etiología, clínica y tratamiento, diagnóstico y pronóstico, los momentos del análisis médico aparecen como los pasos necesarios en la intervención sobre la comunidad y sus conflictos.
(...)La tecnología del alienismo que funda los manicomios junto con la clínica psiquiátrica se muestra como un paradigma de la razón positivista2. (...)
La cuestión de la separación de los locos en instituciones especiales se planteaba ya desde los comienzos de la organización de la medicina, y particularmente fue considerada en el período de las reformas rivadavianas. Pero los hospicios como espacio propio de la locura, en el que se desplegará y se ofrecerá a la observación metodológica del médico alienista, se constituyen después de la caída de Rosas en un proceso en que pueden distinguirse etapas.
Es decir que para hacer un análisis de lo que pasó con la locura en Argentina, Vezzetti lo enmarca, como no podía ser de otra manera, en el contexto social y político, como su sustento científico e ideológico que dio origen a las distintas concepciones de la locura y consecuentemente, al accionar sobre ella. La locura no fue siempre una “patología mental objeto de la medicina”. Además habría que ver desde que concepciones se especifica determinada conducta como patología mental.
Michel Foucault en este sentido ha aportado numerosos elementos para, a partir de un análisis pormenorizado que tenga en cuenta todos estos factores, realizar una práctica desde todo punto de vista revolucionaria, en donde la práctica misma se tenga en cuenta como parte de ese mismo engranaje.
Como lo plantea Michel Foucault los mecanismos de poder a partir del siglo XIX tomaron a su cargo la vida de los hombres, a los hombres como cuerpos vivientes. Foucault pone el acento en que los nuevos procedimientos de poder funcionan por la técnica y no ya por el derecho, por la normalización y no por la ley, por el control y no por el castigo y que se ejercen en niveles y formas que rebasan el Estado y sus aparatos3. Esto es algo que sigue funcionando cada vez con más fuerza, interviniendo ahora los medios masivos de comunicación para darle el golpe de gracia.
Los cambios en las relaciones de fuerza del poder ocurridos a partir de la industrialización y la tecnologízación a que dio lugar, trajeron aparejadas según Foucault políticas que determinaron el encierro y hacinamiento en grandes nosocomios, de aquellos que no eran útiles al campo productivo: locos, linyeras, viejos pobres, mendigos. Y los puso a partir de allí en manos de la medicina, en su rama más joven, la psiquiatría. Ésta se dedicó a clasificarlos y determinar el grado de “patología” de cada “enfermedad”. Esto ha llegado al grado máximo en nuestros días con el DSM IV un manual de clasificación y calificación de enfermedades mentales, exigido por organismos oficiales para diagnóstico y tratamiento de dichos pacientes.
“Muchos problemas laborales y jurídicos se resuelven ahora en el campo de la psiquiatría. Se determina desde allí el grado de incapacidad o de responsabilidad que ese sujeto tiene y muchas veces comporta la muerte civil de la persona en cuestión. De esta manera o queda encerrado en un hospital psiquiátrico, donde perderá cada vez más las condiciones de civilidad: vivirá en grandes dormitorio con montones de otros locos, sin intimidad, trabajando más miserablemente que afuera para obtener como paga si se presta a ello, tabaco y yerba. O con su familia pero en posición de parásito no productivo”.4
Como bien dice Vezetti:“El valor de la salud como categoría que organiza el nuevo discurso y experiencia médicas, hace estallar los límites corporales según un movimiento de la higiene que extiende indefinidamente su mirada, que recorta y reconstruye cada síntoma de acuerdo con una especialización social de la enfermedad”.5
En un comienzo la creación de manicomios para mujeres estuvo en manos de la beneficencia y el primero en fundarse fue en el año 1854. Nueve años más tarde se crea el de Hombres y es el poder público el que se encarga de crearlo y sostenerlo. La población de los manicomios crece de forma impresionante a partir del incremento poblacional ocurrido por la inmigración; se llenan de inmigrantes. A fines de siglo XIX las dos terceras partes de los pacientes eran inmigrantes
Actualmente la ley que rige la puesta en marcha de lo que tiene que ver con lo que podemos denominar “terapias alternativas a la internación psiquátrica en instituciones monovalentes, públicas y privadas”, que es lo que nosotros nos proponemos, es una ley nacional, la 24.901 que implementa una Resolución la 44/2004 que rige como Sistema de Prestaciones Básicas de Atención Integral a favor de las personas con Discapacidad.
Convengamos que esta palabra Discapacidad no es la más apropiada toda vez que sostenemos una concepción no discriminatoria, posibilitadora, abierta y cautelosa del papel que nos cupe acompañando el proceso en el que estos sujetos están abocados para lograr ser ellos mismos. Una concepción donde el saber y la dirección del trayecto que hay que realizar la va a dar el sujeto a quien humildemente ofrecemos nuestra compañía comprometida.
Entonces, si recurrimos a un diccionario cualquiera, por ejemplo Encarta, encontramos que dice “el mayor reto para los discapacitados ha sido convencer a la sociedad de que no son una clase aparte. Históricamente han sido compadecidos, ignorados, denigrados e incluso ocultados en instituciones6.
No va a ser a través de esta etiqueta que lo van a lograr.
Porque esta ley proteccionista de la persona con discapacidad tiene en la ley 25504 su marca en la que el estado no es el encargado de proteger la persona de cualquier intento de considerarlo objeto –de protección, de cuidado, de vigilancia- sino que de lleno se coloca en ese espíritu con respecto a las denominadas de allí en más personas con discapacidad. La mencionada ley 25504 dice por ejemplo:
“El Ministerio de Salud de la Nación certificará en cada caso la existencia de la discapacidad, su naturaleza y su grado, así como las posibilidades de rehabilitación del afectado. Dicho ministerio indicará también, teniendo en cuenta la personalidad y los antecedentes del afectado, qué tipo de actividad laboral o profesional puede desempeñar.
“El certificado que se expida se denominará Certificado Único de Discapacidad y acreditará plenamente la discapacidad en todo el territorio nacional en todos los supuestos en que sea necesario invocarla.”7
Debería ahora crearse un mecanismo que proteja a estas personas del estado que piensa, sabe, elige, dictamina y se da el lujo de discriminar espacios bajo la suposición de que es otro el que sabe y elige en lugar del sujeto caratulado con discapacidad. Precisamente esta ley está hecha para crear los organismos estatales que garanticen esto a través de un certificado de discapacidad con la que signan el porcentaje de dicha discapacidad, lo que ellos consideran que este sujeto –que ya con esto no es más sujeto, sino objeto de esta maquinaria creada que decide de allí en más por él- debe hacer, para lo que está apto. No hablemos de lo engorroso que implica para el supuesto beneficiario realizar todos estos trámites, por ejemplo en Córdoba Capital se están dando turnos para dar el famoso certificado o cualquier modificación al mismo para dentro de seis meses.
Pero, como todas las cosas que ocurren, lo que pasa en Salud o en Desarrollo Social, que es política del estado, no ocurre separado de toda la política y por lo tanto de los dictados de la OMS, de lo que los que ponen la plata para que sigamos endeudados cada vez más y encima haciendo todos los deberes que nos piden, que nos dicen cómo quieren ellos que manejemos la salud, nos lo dicen también en el ámbito de discapacidad. Por supuesto que el lugar de la locura dentro de este ámbito, que es a donde tiene que ir a parar para que las mutuales y el estado “proteja y decida por ellos” y le den una cobertura que desgraciadamente es la que ellos han determinado que necesitan, es totalmente marginal.
Para estos grandes monopolios del capital que subsidian, la locura no está contemplada como tal. La posibilidad de que el sujeto pueda desde su lugar, construyéndolo, fabricar sus propios lazos y diga qué es lo que quiere hacer, no es tema que les interese. Claro la locura como siempre habla allí donde se callan otros. Es difícil que quieran escuchar lo que tienen para decir cuando pueden crear este espacio.
Pichon Riviére decía hace ya muchos años:
“El paciente, si uno lo analiza detenidamente, está denunciando, es el “alcahuete” de la subestructura de la cual él se ha hecho cargo y que trae como consecuencia el empleo de técnicas de marginalidad o segregación (internación en hospital psiquiátrico) donde en un interjuego implícito, pero por supuesto no explícito, el psiquiatra asume el rol de resistencia al cambio, es decir de la cronicidad del paciente. Él está inexorablemente comprometido en la situación y de esta manera es leal a su clase social”8.
Y en esta cuestión está también la problemática del tercer sector del cual como Asociación Civil sin fines de lucro pertenecemos. Como muy bien dijo Gregorio Barmblitt el año pasado en el marco del Congreso, los programas “subsidiados” de ese tercer sector son todos supervisados y se enmarcan en un “desarrollo” que a la luz de lo que ha logrado este tercer sector con programas que paga el Banco Mundial, el BID, la Kellogg, la Fundación Ford o lo que sea que el capital invierte para que no se haga nada, nada que signifique un verdadero despegue, lo que ha logrado este sector se ajusta perfectamente a lo que dictan sus benefactores. Han logrado mucho más los trabajadores por su cuenta, recuperando sus fuentes de trabajo, como la Clínica Junín en Córdoba, que muchas de estas organizaciones.
Pensamos que es posible hacer algo pero para ello deberíamos actuar como los trabajadores cuando recuperan sus empresas “quebradas” porque el dinero que les dio origen, ya no está en el país. Porque solo, cada uno puede mantenerse a duras penas y haciendo en un espacio que es el que les dejan estos organismos.
1 R. Lopez El estilo en la transmisión del psicoanálisis Ed. Topía 2000
2 Vezetti H. La locura en La Argentina Ed. Paidos 1985
3 Cf. M. Foucault Historia de la sexualidad TI La voluntad de saberEd. Siglo XXI 1995
4 Rosa Lopez Trabajo y creatividad Presentado en la Universidad de Villa María Córdoba 1989
5 Vezetti H. Op. Cit
6 Biblioteca de Consulta Microsoft ® Encarta ® 2005. © 1993-2004 Microsoft Corporation.
7 Ley 25504 www.infoleg.gov.ar
8 E. Pichon Rivière Praxis y psiquiatría 1966 en Del Psicoanálisis a la Psicología Social T I p. 37-38 Ed. Nueva Visión 1983
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