sábado, 20 de diciembre de 2008

El engranaje manicomial y la violacion de derechos humanos: el secuestro de persona

Trabajo presentado en el VII Congreso de Salud Mental y DDHH organizado por la Universidad de Madres de plaza de Mayo- 2008

AUTOR: ROSA B. LOPEZ (Lic. En Psicología. Mat. Prof.: 285)
INSTITUCIÓN: CASANDRA (Asociación Civil sin Fines de Lucro. Personería Jurídica Nº 031 “A”/04)
DIRECCIÓN: Pablo Mirizzi 818 Bº Pque. Vélez Sarsfield (5016). Ciudad de Córdoba. Provincia de Córdoba.
TELÉFONO: 0351-4684988 E-MAIL:
lacasadecasandra@yahoo.com.ar
EJE: LOS MANICOMIOS: EL ARRASAMIENTO DE LA SUBJETIVIDAD.

MODALIDAD DE PRESENTACIÓN: MESA REDONDA: PRACTICAS MANICOMIALES: ENTRE EL ABUSO DE PODER Y EL ABANDONO DE PERSONA

OBJETIVO: Instalar en el espacio público la discusión y reflexión crítica sobre la situación de avasallamiento de derechos de las personas con problemáticas en salud mental.
CONCLUSIONES: El secuestro de persona y la pérdida de libertad, poder de decisión, la desubjetivación, esta aún vigente en la salud mental de la mayor parte del territorio argentino. Sólo con una decisión política del estado nacional y la de cada provincia y el trabajo mancomunado de todos los trabajadores de la salud mental bregando por ello permitirá la erradicación de estas prácticas.


EL ENGRANAJE MANICOMIAL Y LA VIOLACIÓN DE DERECHOS HUMANOS: EL SECUESTRO DE PERSONA

El tema de la locura desborda los temas psiquiátricos y por lo tanto, de la enfermedad mental. Lo desborda cuando tratamos de desentrañar las cuestiones ideológico-político-económicas que sustentan marginaciones, proyectos de salud y de desarrollo social en un país, en este caso el nuestro.
Sostengo con Hugo Vezzetti que: “ No hay una entidad anómala que develar por detrás de sus modos de manifestarse, y que persista autónoma, respecto de las figuras y las sanciones que sobre ella establecen los discursos y las prácticas”(1)
Digamos que las políticas de salud refuerzan y reflejan, sostienen la política de Estado. Las políticas de Estado están alineadas al poder mundial y algunas muy pocas intentan desmarcarse. Históricamente la locura, su lugar, tiene que ver con lo que ocurre a nivel social, cultural, político en una sociedad dada.
Los modelos de normalidad van a ser atravesados por estas cuestiones ideológicas
Hay ciertos valores que el poder necesita se transmitan a través de sus voceros y súbditos, gobernantes o comunicadores.
Cuál es entonces la necesidad, cada vez mayor que el sistema muestra, de discapacitar al diferente, al que no encaja de lleno en determinados parámetros sociales que determinan lo que es bueno o malo, lo que es permitido dentro de la norma o no, lo que es sano o enfermo.
La política va dirigida supuestamente al necesitado que tiene así acceso a la asistencia, en la medida que renuncie a considerarlo como un derecho, dice Hugo Vezzetti. El punto es que tiene el derecho a la asistencia, pero con ello, al ser encuadrado dentro de la minoridad jurídica y la acción tutelar, pierde todo otro derecho de ciudadano y con ello queda de allí en más sujeto al engranaje creado a tal fin.
La discapacitación de la persona la descuartiza al momento: La dirección de Discapacidad que se va a ocupar a partir de ese momento supuestamente de todo lo que atañe a la atención del llamado discapacitado funciona dentro del Ministerio de Desarrollo Social, lo que marca el carácter asistencialista del mismo, pero si interviene la justicia, la policía, si hay alguna crisis allí aparece Salud Mental. Es más quizá en algún hospital se consideró prudente discapacitarlo para que el paciente obtenga a cambio cobertura de por vida.
¿A quién le conviene esto?
Lo que quiero señalar es que hoy siguen funcionando los grandes psiquiátricos y que también su población en su gran mayoría son sujetos provenientes de los sectores de más escasos recursos. El problema fundamental no es que sigan funcionando, porque en realidad se pueden refuncionalizar paulatinamente hasta convertirse en un hospital general con camas para personas que necesitan una corta internación en salud mental que es lo que proponemos. Para ello es necesario una decisión política. Pero el problema es que siguen oficiando de lugar de reclusión, de secuestro en el que la autoridad del médico, psicólogo, etc, aplasta la voluntad y la libertad, la vida toda de esa persona.
Pero también la justicia cae sobre la gente de sectores empobrecidos, de los que no se animan muchas veces a reclamar la justicia que corresponde que esos magistrados impartan para el conjunto del pueblo y no para los que para decirlo con pocas palabras, les pagan y hacen que ocupen esos lugares y los conserven.
Los que cuentan con mutuales tienen cubierto, por lo general, un tiempo de internación en un manicomio privado. El manicomio privado de hoy en día es un lugar donde no se respetan los más mínimos derechos humanos, guiados por esta política del encierro, de la pérdida de la capacidad de elección y de autonomía. El paciente es para ellos un objeto pasivo de sus manipulaciones. No se lo puede ver sin autorización que generalmente sólo se da al familiar directo., acotado a un día y horario fijado, después de 15 días sin visitas. No hay amigos, no hay acompañante. No hay para ellos transferencia forjada anteriormente con este o con su psicoanalista o terapeuta que se respete. Con este criterio de internación no podemos pensar que la terapéutica siga otros parámetros.
Lo que se hace con él es verdaderamente un secuestro de persona ante lo cual la familia generalmente no se anima a reaccionar o asiente – no hay madres del dolor para hijos secuestrados en psiquiátricos o más aún secuestrados con venia judicial. Quienes piden que esos señores den cuenta de lo que están haciendo con su hijo. Informes –como en UTI- fotocopias de HC. Nada. Peor que en una cárcel.
Cuando interviene la justicia es para minar aún más las posibilidades de esa persona.
Apenas comenzamos a andar nos topamos con las políticas de salud en la que la salud mental se resuelve en encierro: que no moleste, que no grite, que no muestre, que no llore, que no sufra a cielo abierto, en la calle, en su trabajo, en su colegio, en su casa... Al que sufre se lo acalla aislándolo. La política represiva está intacta en el campo de la salud mental. Si estás mal, pastillas, cantidades de pastillas. No me importa lo que tenés para decir. Te escucho un rato para diagnosticarte y decir: está paranoide, depresivo, muy ansioso, delirante, esquizofrénico y ya está. Empiezo con el chaleco químico que muchas veces los familiares me ayudan a colocar. Todos los días, durante años. Es muy práctico, fácil. Sólo tiene que venir el familiar a buscar la receta y listo. Si no pasa nada con esto –cuando la familia no puede porque el sufrimiento es compartido por todos- Se lo interna. Si una madre y un hijo sufren, internan al hijo amenazan a la madre –como si pasara por allí la escucha, la posibilidad- que le van a quitar el hijo, lo van a mandar a un instituto. ¿qué es esto? Estamos hablando de cosas que ocurren en psiquiátricos privados por ejemplo, en mi provincia. Si la madre comparte la locura con el hijo, si algo se desanudó en ese lazo o se anudó de esa manera ¿esa es la respuesta?
También ocurre en mi provincia que un Juez Penal ordene la internación de un menor en el Hospital Neuropsiquiatrico, a cargo de él, porque rompió un par de vidrios de casas vecinas en una crisis que nadie averiguó por qué sobrevino; ordene pericia psiquiátrica –del menor por supuesto, solo, no del grupo familiar, no para ver qué está pasando en esa familia que este menor se ha tenido que hacer cargo de la locura familiar-.
Pichon Rivière dice en el proceso grupal que la locura es la expresión de nuestra incapacidad para soportar y elaborar un monto determinado de sufrimiento y que de lo que se trata es de una familia enferma. Pero a la vez esa enfermedad familiar no es sino la expresión de un conflicto surgido en su seno soportando las presiones y el malentendido del medio social. El paciente es el denunciante o alcahuete.
Cito: “También mi trabajo me permitió pulsar el notorio abandono, crónico, la incomunicación total en que se encontraban los enfermos. Situación que no ha cambiado, como tampoco ha cambiado la escasez general de profesionales, el magro presupuesto, las pésimas condiciones ambientales en las que deben desarrollar los internos su vida cotidiana. Pero no son elementos aislados, todo ello es parte de una concepción de una ideología”(2).
Dejemos hablar aún a Pichon: “El criterio de salud vigente, criterio de competencia social, como condensación de ideas, es condensación de ideas de la clase dominante, funcional con sus intereses objetivos. Y como condensación de la ideología dominante tendrá el carácter ocultante y mistificador que le confiere a esa ideología su papel en la lucha de clases.
“Quien rompe alguna de estas normas, la jurídica y la de salud (y en cierto modo también, es cierto, las normas estéticas), ligadas por su origen común, (relaciones sociales, relaciones de propiedad) y una función compartida ( control social) se hace acreedor, en nuestro sistema, a la misma sanción social. O sea, marginación y descalificación sistemática de sus actos y pensamientos. “La reclusión en el hospicio es, de hecho, una forma concreta que asume esa marginación , esa sanción. “Podemos afirmar que existen hoy dos formas de ley: la escrita, codificada, que constituye el orden jurídico y expresa la voluntad de una clase en el poder, y otra forma de ley, coherente con la anterior, que implica el criterio de normalidad a partir de la cual se juzga – calificándola o descalificándola- la conducta de los sujetos. Esa ley no escrita es también expresión de intereses de clase.(2)”
Pichon Rivière hacía de esta manera política, se convertía en el alcahuete de una forma de trabajar con la locura totalmente obsoleta, pero que está mantenida a rajatabla por la política estatal. Por eso la oposición que recibió su trabajo hospitalario y el forzamiento a que se vaya con su trabajo innovador a otra parte.
Para el joven a disposición del juez penal le cupo el secuestro en un hospicio. Hasta el momento en que fue privado de su libertad, silenciado, había estado atendido por un equipo interdisciplinario que nunca fue convocado, no les interesó, no hay investigación de eso. Ellos tienen un perito para juzgar a ese menor, no para ocuparse de él, no para asistirlo. Ellos hablan de peligrosidad. No se escuchó al equipo, no se le preguntó su opinión profesional –el que daba diagnóstico era la persona del Juzgado-. “ Es esquizofrénico, es incurable, decía el secretario del juez, hasta el asesor letrado de tribunales. Tiene que estar encerrado”. El hospital como lugar de reclusión. Claro. Ellos están para mantener todo en paz, no para ocuparse de las personas que sufren. A las personas que tienen problemas psíquicos se los condena de por vida, aunque tengan 18 años. Aunque no tengan antecedentes. Aunque haya equipos profesionales dispuestos a hacer algo por él.
¿Qué hacen las autoridades provinciales frente a esto? Porque a donde lo quieren confinar de por vida es a un manicomio provincial. Porque además uno de los equipos que estaba trabajando hasta ese momento con él intensamente, era una dependencia de salud para jóvenes. ¿Los manicomios son lugar de condena para los jueces o de tratamiento? Una persona que rompe algunos vidrios, declarada peligrosa para sí y para terceros, merece la cárcel manicomial de por vida a los 18 años? No estamos hablando de una tira televisiva con mucho raiting, estamos hablando de algo que ocurrió hace algunos días en Córdoba. Esas noticias no salen en los diarios y en la televisión. Ellos están para hablar de la juventud que roba y mata. Hasta ahí la noticia. No dicen de qué manera están acorralando a esos jóvenes para que encuentren ese único resquicio que está ofreciendo sus gobiernos.
A otro joven de apenas 17 años que había comenzado su 1º año en un colegio secundario se lo ha diagnosticado de Trastorno Generalizado del Desarrollo.
Nuestros jóvenes están a merced de los diagnósticos y de las condenas a encierro por estar sufriendo, por pertenecer a un grupo familiar atravesado por la angustia, la desorientación generalizada, el fracaso y la marginación social. Nuestros adultos han padecido esto de jóvenes y nuestros ancianos llevan una vida entera de marginación.
Se discapacita la desadaptación social de niños y adolescentes, se los medicaliza.
Traigo las palabras de Vezzetti cuando dice: “La figura del loco va requiriendo una distancia que está hecha tanto por la discriminación que aporta la nosología francesa como por una ajuste en la noción misma de locura, cada vez más amasada con los temas morales de la improductividad y la rebeldía(1)
¿Con qué fundamento, con qué marco conceptual sostiene el estado semejantes políticas de Salud Mental hoy, es decir qué marco conceptual sostiene la ideología del poder mundial para someter a una persona a ser menos que un animal doméstico?
Sostenemos lo que Marcelo Percia decía a propósito de la posición que Paulo Freire tuvo y transmitió en educación y que vale para salud y salud mental como parte de la misma, que dicha posición representa una política, una mirada de la educación como práctica de la libertad, una crítica de los instrumentos que gobiernan las conciencias de los que trabajan. Entonces ¿cómo no tomar nosotros también en cuenta la formación, la ideología con que han sido instrumentados los TSM –precisamente no como TSM sino como especialistas marketineros cada vez más especializados y titularizados?
Los médicos, como expendedores de medicamentos son necesarios para las multinacionales que fabrican estos medicamentos. Si se comienza a hacer otra cosa en los psiquiátricos, en la salud mental de toda la población, cada vez más consumidora de psicofármacos ¿quiénes se verían perjudicados? Cuanto sostienen los laboratorios las políticas de salud? ¿cuánto obtienen los funcionarios y profesionales por sostener estas políticas que le dictan los grandes monopolios?
Entonces no es por perder su puesto de trabajo que se oponen algunos profesionales a un cambio de política, avalados y apretados por funcionarios de distinto pelaje, sino por ser personeros rentados de los que dictan esas políticas.
Por ejemplo Macri: de dónde saca su política de salud mental, quién se la dicta? Un negocio redondo con visos de Desmanicomialización: convertir los grandes psiquiátricos en psiquiatriquitos, pequeños manicomios en donde se siga sosteniendo la medicalización de la Salud Mental y por otro lado, un negocio inmobiliario para grandes inversotes.
Pero hubo en Argentina políticas de salud en gobiernos democráticos que apuntaron a otra cosa y que fueron pioneras en salud.
A principios del siglo XX la salud mental estaba vinculada a lo que se llamó higiene social. El ensamble de estas dos palabras da una clara visión de lo que se pretendía hacer: combatir a los que ellos consideran que perturban el orden social y que podrían provocar un daño a la comunidad, atacando –porque esa es la intención, no la de intervenir para dar una solución- a las personas que se consideran perturbadoras como prostitutas, alcoholistas, cirujas, mendigos y locos. “La autoridad sanitaria a través de leyes, ordenanzas y la creación de instituciones adecuadas sería la encargada de resguardar a la población respetable del flagelo moral”(5).
Hasta el primer gobierno de Perón los hospitales estuvieron en manos en parte del Estado y en parte de la Beneficencia para cumplir estos cometidos.
El 23 de mayo de 1946 se Crea la Secretaría de Salud Pública en lugar del caduco Departamento de Higiene y es designado Ramón Carrillo a cargo de la misma. En 1949 se transforma en Ministerio de Salud Pública
Dice Arzugaray: “Déficit de camas y de hospitales, defectuosa distribución de los mismos, falta de personal técnico, bajas remuneraciones, desabastecimiento en rubros elementales, ausencia de sistemas administrativos que permitieran conocer los recursos humanos y materiales disponibles, inexistencia de seguros sociales y de regímenes previsionales, etc, configuraban el panorama de los primeros problemas a enfrentar(...) los enfermos mentales eran hacinados en manicomios de características medievales.(6)”
Decía Carrillo hace 57 años en Teoría del Hospital, tomo I, pag. 26 y 27”Mientras los médicos sigamos viendo enfermedades y olvidemos al enfermo como unidad psicológica y social, seremos simples zapateros remendones de la personalidad humana”(6).
Ramón Carrillo considerado el padre del sanitarismo en Argentina, que revolucionó la salud pública en la década del 40 y que lamentablemente luego fue abandonada y exterminada durante las distintas dictaduras que padecimos desde entonces, no podía dejar afuera ni mucho menos lo atinente a la salud mental. Él “quería encontrar caminos y procedimientos viables para mejorar las técnicas utilizados hasta entonces en tratamientos psiquiátricos”(6).
Carrillo observó que sus amigos –“enfermos mentales” que eran sus huéspedes en su casa- aprendiendo a plantar correctamente árboles, podían tener grandes progresos. Yo creo hoy que es el interés puesto por Carrillo, la conversación diaria, el lugar distinto que ellos ocupaban en la quinta lo que provoca el progreso.
Carrillo quería técnicos, que no fueran ni el médico ni el enfermero para que “conviviera y compartiera con el paciente las diferentes preocupaciones y ocupaciones de la vida diaria. Que no se convirtiera en un “organizador” de la vida del enfermo, sino en un orientador que comprendiera y le ayudara a canalizar sus inquietudes.”(6)
Carrillo se encontró con el enfermo mental que era considerado un crónico hacinado en los hospicios y además ocupando camas en hospitales generales, sin camas ni atención para los enfermos agudos. A partir de la implementación y de los cambios que la política sanitaria propuesta devengaron, Carrillo hizo un replanteo de fondo para solucionar los problemas de salud mental: reorganizar las colonias existentes con la aplicación de modernos conceptos terapéuticos y proponiendo una distinta actitud del médico psiquiatra frente al paciente, la habilitación de un sector psiquiátrico en los principales hospitales del país, propiciar la colocación domiciliaria de enfermos mentales, evitando el hacinamiento en condiciones infrahumanas que se registraba en el Borda, Moyano, los de la provincia de Buenos Aires y Oliva, atención en el lugar más próximo a su domicilio para evitar su cronificación. La formación de los psiquiatras en nuevas formas de trabajo, redundaría para Carrillo en una reducción del tiempo de internación. Y fundamentalmente haciendo de la medicina una medicina social, integrando los problemas que sufre el sujeto en todos los aspectos de su vida. Además proponía el trabajo en conjunto de enfermeros –formando a los mismos- terapistas, trabajadores sociales.
“La falta de historia puede tener ventajas, por ejemplo uno puede sentirse siente joven” dice Alejandro Vainer en “El cuento de la buena interdisciplina” Y también: “Pero hoy volvemos a leer lo mismo y sin cita alguna a proyectos del pasado”(7) Y si, y no creo que sea para sentirnos más jóvenes o mas creativos. Esto es política, estar tirando abajo proyectos, personas que han intentado reformular un proyecto de salud integrado como no puede ser de otra manera a un proyecto político..
Dice Vainer finalizando el artículo:
Leo en otra Revista:
“En nuestro país no están organizadas, por desgracia, las estructuras que puedan poner en marcha una política sanitaria de higiene mental. Salvo tentativas aislada, una actitud declamatoria reemplaza la planificación que debería existir, y sobre todo, carecemos de técnicos que entienden este problema, muy distinto del ejercicio individual de la psiquiatría. Las actividades que fomentan y protegen la salud pública se ejecutan sin un programa explícito o implícito de higiene mental, y es de lamentar que la mayoría de los médicos y trabajadores sanitarios carezcan de nociones sobre la trascendencia de los problemas.
Me gustaría que la frase fuera de hoy, pero pertenece al Editorial de Acta Neuropsiquiátrica Argentina de 1960(7)”.
No se a quien pertenece esta editorial, pero parece escrita por Carrillo, claro que unos años antes, porque a esa altura ya estaba muerto.
Luego del período de Carrillo, esas “experiencias piloto” en el Estevez en la provincia de Buenos Aires, la Comunidad terapéutica de Federal en Entre Ríos, la Comunidad terapéutica en Santa María en Córdoba, podemos decir que no formaron parte de un Plan Nacional de Salud Mental y de una verdadera política renovadora en salud y salud mental. Pero dejaron la semilla en el trabajador de Salud Mental de que era posible otra forma de plantear las cosas.
A pesar de no ser tenido en cuenta por ninguna de las posteriores políticas de salud mental, como antecedente válido, durante el gobierno peronista inaugurado en 1973 estuvo como interventor del Instituto Nacional de Salud Mental hasta el 76 el hermano de Ramón Carrillo, Arturo Carrillo. Al asumir su dirección, el Dr. Arturo Carrillo expresó: "...la Salud Mental no es simplemente una especialidad médica. Estamos convencidos que la misma no debe limitarse exclusivamente al aspecto clínico psiquiátrico, ya que ella es más amplia y compleja que lo que aparentemente pareciera; por lo cual la enfocaremos desde un punto de vista multidisciplinario. Sus múltiples acciones no deben terminar en el hospital o colonia psiquiátrica, sino que deben estar implícitas en las áreas de la educación, trabajo y justicia, así como también en la promoción de la salud tanto individual como colectiva, como en la investigación de factores que puedan traer aparejados deterioros socio-económicos y culturales, en diferentes grupos sociales".
Antes de plantear el Sistema de prevención psiquiátrica que propone hay una cita de Ramón Carrillo: “nuestros viejos loqueros fueron en este sentido, una estiba de insanos de los que, lo único que interesaba era su clasificación: lo que Natura no daba, la ciencia no ayudaba. Es lo que yo le llamo la Psiquiatría de los Estados Terminales, frente a la cual opongo la Psiquiatría de los Estados Iniciales o Psiquiatrái Preventiva”(9).
El Plan Nacional Salud Mental formó parte del Sistema Nacional Integrado de Salud. En el mismo por lo tanto se priorizó la primarización de la atención, lo que se llamó la prevención psiquiátrica. Otro tanto ocurrió durante el gobierno de Alfonsín donde también hubo una dirección nacional de Salud Mental donde hubo una planificación de la salud y la salud mental orientada hacia los grandes sectores poblacionales. En estos tres casos de políticas de salud y salud mental, lo común ha sido que de entrada los gobiernos implementaron dichas políticas dando lineamientos nacionales y presupuesto para que las provincias pudieran llevarlo a cabo. Esto no volvió a suceder en estos últimos 18 años. Lo contrario a una política de salud que contemple y abarque la significación del sujeto en todos sus aspectos es el secuestro de persona, la precarización de la vida, la utilización del otro como consumidor o como objeto obsoleto y descartable.



























BIBLIOGRAFÍA

1-Vezzetti H. La locura en la Argentina 1985 Ed. Paidós
2-Zito Lema V. Conversaciones con Pichon Rivière sobre el arte y la locura Ed Cinco 1992
3- Pichon Rivière E. Del Psicoanálisis a la Psicología Social Ed. Nueva Visión 1987
4- Percia M. Deliberar las psicosisEd. Lugar 2004
5- Universidad I Salud www I Salud.com.ar
6-Arzugaray R Ramón Carrillo, el fundador del Sanitarismo Nacional Biblioteca Política Argentina 225/ 226 Centro Editor de América Latina 1988
7-Vainer A. El cuento de la buena interdisciplina Memorias para el futuro 3 en Historia de la Salud Mental en Argentina www.topia.com.ar
8- Carpintero E. Vainer A. Las Huellas de la Memoria Ed. Topía Tomo I (2004) Tomo II (2005)
9- Neuropsiquiatría Organo oficial del INSM Año V Nº 2 Octubre- Diciembre 1974

No hay comentarios: